Atrévete a mostrarle al mundo que tu autoestima no depende de lo que los demás digan de ti, sino de lo que tú siempre has sido. Click en "Leer mas"...
En estos días hablaba con Jesús y Él me decía: En mi corazón puedes ser quien eres. Y me puso a pensar mucho, muchas veces nos cohibimos a ser quien verdaderamente somos, por el que dirán, por las críticas o inclusive al pensar ¿Me van a rechazar?. La verdad siempre se asoma para desvestir mentiras. Cuando estamos en su presencia en su corazón Él nos enseña a ser lo que realmente somos, sin caretas, sin hipocresías, sin tener que fingir algo, Dios te conoce completa y totalmente, nada escapa su conocimiento. Lee (Salmo 139:1-3) "Señor, tú me has examinado y me conoces; tú conoces todas mis acciones; aun de lejos te das cuenta de lo que pienso. Sabes todas mis andanzas, ¡sabes todo lo que hago! Aún no tengo la palabra en la lengua, y tú, Señor, ya la conoces" (Dios Habla Hoy).
Sin embargo, no sólo sabe las cosas acerca de nosotros tales como los detalles que marcaron nuestro pasado, o todos los apodos que hemos tenido, qué estatura teníamos a la edad de cinco años y por qué tenemos una cicatriz en nuestra cara, en la parte de nuestra mejilla... Él nos conoce por quiénes somos: exclusivos, únicos y diferentes a los demás. Esto es porque Él mismo nos hizo. Y el modo en que Él te hizo o me hizo, es diferente al modo en el que hizo a cualquier otro. No necesitas demostrar otra cosa delante de los demás para poder "encajar" se tu misma/o SIEMPRE. No te limites ser quien Dios dijo que eres. Tu identidad debe estar basada en Cristo.
No necesitamos ser un estereotipo, para encajar. El único estereotipo que debemos seguir son los pasos de Cristo. Cuando Jesús estaba aquí en la tierra conquistó más corazones que los que cualquiera hubiera podido, y con conquistar no fue nunca a través de su físico, sino a través de su corazón. Aprendí que el físico no es quien te hace atractivo/a si no es tu corazón. Las etiquetas vuelan en el mundo en busca de ser pegadas en alguien, para desanimar lo que verdaderamente es y desviar el verdadero propósito de nuestras vidas. El único desinterés que debemos de tener es el "qué dirán de mí ".
Vivimos en una sociedad consumista que nos pide ser atracción física y no espiritual. Hay un balance que es necesaria tener: el cuidar de uno mismo y el cuidar el pensamiento de otros hacia nosotros. Nunca podremos sembrar una nueva persona como recuerdo de lo que ya somos en la mente de alguien más, pero sí podemos cambiar un nuevo inicio.
Alguien necesita escuchar esto: Dios dice más cosas buenas de ti, que lo que tú piensas de ti mismo y que crees que Dios piensa.